LA CRISIS DEL 29. Interpretaciones
“El período 1913-1950 presenció tres grandes desastres sin precedente en la historia moderna:
a) La primera Guerra Mundial y su secuela provocaron 25 millones de muertes en los países europeos: 9 millones de bajas militares, cerca de 10 millones tras la Revolución rusa, y el resto en enfermedades anormales como el tifo y la influenza.
b) La depresión mundial de 1929-1932 provocó una baja de 18% en el PBI agregado de los países de la OCDE, y un desplome del comercio mundial, los mercados de capital y el sistema monetario internacional. Se acentuaron el nacionalismo, la autarquía y el conflicto internacional.
c) La segunda Guerra Mundial llevó a la muerte a 42 millones de personas en Europa y a 10 millones en Asia.
(...) Todas las partes de la economía mundial padecieron en cierta medida estos desastres, y el ritmo de crecimiento se frenó por todo el mundo.”
(Maddison, Angus – La economía mundial en el siglo XX. Ed. F.C.E. México, 1992. p. 65)
“Por todas partes se creía que los presupuestos equilibrados, la estabilidad de los precios y el restablecimiento del patrón oro eran los objetivos primordiales. El error principal, peculiar del Reino Unido, era la insistencia en un retorno a la paridad exacta de la libra esterlina de antes de la guerra.
La depresión de 1929-1932 perturbó este orden precariamente restaurado. No era de ninguna manera un fenómeno cíclico normal. Se originó en las dos economías más grandes –los Estados unidos y Alemania-, donde la baja de la producción fue mayor y más temprana. En ambos países el efecto de la depresión fue reforzado por las quiebras bancarias. La fragilidad del orden internacional fortaleció los mecanismos de trasmisión. Entre 1929 y 1932 el volumen agregado de las importaciones de los países de la OCDE bajó en una cuarta parte. Se derrumbó el mercado internacional de capitales. Se abandonó el patrón oro. Las expectativas se desalentaron por la caída de los precios mundiales de las exportaciones a cerca de la mitad.” (Maddison, Angus – La economía mundial en el siglo XX. Ed. F.C.E. México, 1992. p. 67, 68)
“Económicamente cuando no políticamente el año 1929 es un hito histórico. Al comenzar el año la actividad económica seguía siendo floreciente, con algunas excepciones notables. A finales de 1929 la burbuja de la bolsa de valores norteamericana había reventado y el mundo entraba dando tumbos en una de las depresiones más serias que registra la historia. Durante tres o más años las condiciones económicas siguieron severamente deprimidas y muchos países sufrieron acentuados descensos de la renta y la producción. La recuperación no fue general hasta 1933 y en el caso de varios países una reanimación cíclica completa todavía no se había materializado al concluir el decenio.” (Aldcroft, Derek, “De Versalles a Wall Street. 1919-1929” Ed. Crítica. 1985, Barcelona. p. 317)
“... la primera guerra mundial y sus secuelas no fueron el principal factor causante de la crisis que empezó en 1929. Ciertamente, las repercusiones de la guerra crearon desajustes e inestabilidad en la economía mundial (...)
Los orígenes de la depresión mundial de 1929-1932 deben localizarse en los Estados Unidos. (...) los acontecimientos ocurridos en este país, junto con el poder del mismo sobre el sistema económico mundial, determinaron en gran medida el momento, la severidad y el alcance de la depresión. Los Estados Unidos ocasionaron dos fuertes conmociones en el sistema económico mundial en el momento en que éste era vulnerable y menos capaz de resistirlos. La conmoción inicial fue la restricción de la concesión de préstamos al extranjero en 1928-1929, que fue agravada por el descenso de los préstamos a largo plazo en el Reino Unido en 1929-1930. Lo pero de esta contracción lo soportaron los países que ya estaban fuertemente endeudados, muchos de los cuales ya tenían dificultades debido a la baja de los precios de las mercancías. Esto causó presiones en sus cuentas externas y los intentos de contrarrestarlas mediante la reducción de gastos en el interior hicieron que disminuyesen sus requerimientos de importaciones de los países industriales.
(...) En el verano de 1929 se acabo el boom en los Estados Unidos. Este derrumbamiento nacional puede atribuirse principalmente a fuerzas reales más que a fuerzas monetarias. El agotamiento temporal de las oportunidades de invertir y una severa restricción del crecimiento de los gastos de los consumidores en 1929, junto con un deterioro de la confianza del mundo financiero, fueron los principales responsables del cambio de marcha del ciclo.” (ob. cit. p.330-331)
“La Depresión de los años treinta fue una divisoria en la historia de las economías modernas. (...)
(...) Los orígenes de la Gran Depresión se encuentran en buena medida en las perturbaciones de la I Guerra Mundial. Su propagación debe mucho a las hostilidades y sostenidos conflictos creados por la guerra y el Tratado de Versalles.”
(Temin, Peter – “Lecciones de la Gran Depresión”. Ed. Alianza. Madrid, 1995. p. 19)
“Fue, de hecho, el intento de conservar el patrón oro lo que produjo la Gran Depresión. Dichos intentos impusieron sobre la economía mundial unas fuerzas deflacionistas sin precedentes por su fuerza y uniformidad en el mundo entero, fuerzas deflacionistas que se mantuvieron el tiempo suficiente para causar una inaudita interrupción de la actividad económica. Cuando al fin fracasaron los esfuerzos para mantener el patrón oro, se elaboraron medidas monetarias alternativas en las peores condiciones posibles ...”
(Temin, Peter – “Lecciones de la Gran Depresión”. Ed. Alianza. Madrid, 1995. p. 50)
“Aldcroft sostiene que la crisis empezó con el crash de la bolsa en Wall Street en octubre de 1929, se acentuó con la generalizada quiebra de los bancos en los Estados Unidos, y luego se extendió a Europa y a los países en desarrollo. Sauvy, en cambio, dice que la caída de los principales indicadores de la actividad económica ya habían empezado antes en Francia. Kindleberger, por su parte, afirma que la crisis comenzó con la depresión agrícola a mediados de la década de 1920.” (Cortés Conde, Roberto – “Historia económica mundial”. Ed. Ariel. Buenos Aires, 2003. p. 211-213)
miércoles, 24 de marzo de 2010
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