martes, 22 de mayo de 2012

Guerra Civil Española


"Pérez Picazo, Ma. Teresa “Historia de España del siglo XX” Ed. Crítica. Barcelona, 1996

 “Respecto al financiamiento des esfuerzo de guerra, su origen es, obviamente diverso. La república dispuso para la financiación interna de los avances hechos al Tesoro por el Banco de España que, según Sardá, ascendieron a 12754 millones de pesetas. Para la compra de armamento en el exterior se utilizaron las reservas de oro: 510 toneladas de aleación del metal amarillo -500 millones de dólares de la época- fueron depositados en la URSS con tal fin, amén de otras 1923 toneladas y 580 millones de pesetas-oro en Paris. Al final de la contienda se procedió a vender plata a Estados Unidos y Francia (1225000 kg. De aleación equivalentes a 16000 dólares). En cuanto al régimen franquista, utilizó el mismo mecanismo en el interior gracias a la ayuda del Banco de España de la zona nacional, instalado en Burgos, que adelantó unos 10000 millones de pesetas. Ambos bandos, pues, recurrieron a la inflación como medio de provisión de fondos. En cuanto al exterior, Alemania e Italia estuvieron dispuestas a adelantar armamento y créditos a los sublevados, aplazando su devolución o cobrándose en materias primas (caso de Alemania con el wolframio durante la guerra mundial). Globalmente, Franco recibió de Mussolini unos 6000 millones de liras y de Hitler unos 500 millones de marcos: el conjunto de estos recursos ha sido calculado por Sardá en 500 millones de dólares. A ello hay que añadir el suministro de carburantes hecho a crédito por la Texas Oil C. (1886000 toneladas), por la Standard Oil y por la General Motors. Asimismo hubo ayudas personas muy importantes como la de Juan March: un millón de libras esterlinas con las que se compraron al contado los primeros aviones italianos. Los economistas actuales han llegado a la conclusión de que la financiación exterior por el Eje Berlín- Roma y, en menor medida, por los medios financieros del capitalismo mundial, fue decisiva en el esfuerzo de guerra franquista, pero endeudó durante mucho tiempo al Estado español.” (p. 130)

 “… las fracciones separadas del mismo (del ejército) no eran numéricamente comparables entre sí, ya que las únicas fuerzas profesionales quedaron en el bando franquista …” (p. 129)

Iglesia – apoyo fundamental del franquismo

 “Tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 el movimiento conspirativo antirrepublicano se intensificó. Aunque dentro del mismo figuraban tanto los militares –especialmente los miembros de la generación africanista de 1915- como los políticos, la acción de estos último poseía mucha menor envergadura. Entre ellos destacaban una serie de colectivos monárquicos, tradicionalistas (cuyo jefe, Fal Conde, había organizado a raíz del desenlace electoral una Junta Carlista de Guerra) y falangista, pero no la CEDA, pese a la desconfianza que siempre inspiró a las fuerzas de izquierda. En cuanto a los militares conviene advertir que, aparte de las actividades de la UME, la actitud de protesta contra la República estaba muy extendida en el mundo castrense así como la creencia en la necesidad de establecer un régimen autoritario.” (p. 125)

 La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) fue una alianza de partidos políticos católicos de derechas, fundada el 4 de marzo de 1933

 “El día D señalado para la rebelión militar sería el 18 de julio, aunque ya en la tarde del 17 se había levantado la guarnición de Melilla. De los tres generales más comprometidos en el alzamiento –Mola, Franco, Poded- será el segundo el que abandone su puesto en Canarias y se ponga al frente de las fuerzas sublevadas en Marruecos.” (p. 125)

 “Durante la primavera y el verano de 1937, el centro de las operaciones se trasladó al norte de la península. Mientras, Franco, conocedor de que tenía por delante una guerra larga, procedía a reorganizar su ejército de manera profesional, asesorado por instructores alemanes, y a mejorar la formación de los mandos. A lo largo del año 1937 dispondrá de medio millón de hombres, quizás dos veces más que sus adversarios. Con estos medios, el ejército franquista pudo conquistar Vizcaya, Santander y Asturias en el breve plazo transcurrido desde comienzos de abril a octubre, modificando completamente el reparto inicial de fuerzas al desaparecer una de las dos mitades que integraba la España ‘roja’. Sin olvidar que el aporte industrial y demográfico de las provincias conquistadas sería decisivo en el futuro.” (p. 134)

 “ … el 26 de enero (de 1939) las tropas de Franco entraron en Barcelona, donde no hubo la menor probabilidad de que se produjera una segunda edición de la defensa de Madrid. El resultado inmediato del hecho fue la huída masiva de medio millón de personas aproximadamente, que cruzaron la frontera francesa. Entre ellos figuraban numerosos dirigentes republicanos que daban la guerra por perdida.
Tras la caída de Cataluña los acontecimientos se precipitan. A ello iba a contribuir el estallido de un último conflicto entre los hombres del Frente Popular, conflicto protagonizado por el coronel Casado que, aprovechando el malestar existente en la zona del centro, intentó una operación política de unión de las fuerzas anticomunistas para, desde esa plataforma, pedir la paz. De esta forma se estaba preparando una nueva guerra civil dentro de la guerra civil que enfrentó a casadistas y comunistas –apoyados por Negrín- y que facilitó el triunfo definitivo de Franco. En efecto, la confusión sembrada por estos enfrentamientos se extendería a todo el territorio controlado por el Frente Popular, en alguna de cuyas ciudades hubo algo parecido a una caza de comunistas. De cualquier forma, el plan de Casado carecía de sentido, dado que Franco exigía la rendición incondicional.
Desde el punto de vista militar, la caída de Madrid (28 de marzo) y la rápida conquista del Levante mediterráneo fueron los últimos episodios de la contienda.” (p. 139)

 “Siguiendo una larga tradición histórica española que se remonta por lo menos hasta la guerra de la Independencia, cada región (o incluso cada provincia y cada localidad) presenció la constitución de Juntas y Consejos que, a modo de cantones, actuaron de manera virtualmente autónoma. La inmensa mayoría de tales organismos surgieron a consecuencia del pronunciamiento mayoritario de las fuerzas de izquierda a favor de hacer la revolución antes que la guerra. Aróstegui describe la situación creada como una ‘revolución real, respuesta a una contrarrevolución emprendida frente a una revolución supuesta’ (J. Aróstegui, 1985)” (p. 141)

 “… la colectivización de las fábricas, mayoritaria en Barcelona, Valencia, Madrid y Asturias; de hecho, en el primero de estos núcleos urbanos, las tres cuartas partes del sector manufacturero estaba controlado por la CNT, a menudo con participación de la UGT.” (p. 142)

 “… a todo lo largo de la contienda se mantuvo el enfrentamiento entre las fuerzas políticas que integraban el Frente Popular en lo relativo a dos cuestiones clave: la formación de un ejército regular y la realización o no de la revolución social, aspecto este último al que se ha aludido en el apartado anterior. Los dos polos extremos al respecto estaban constituídos por el partido comunista y el anarcosindicalismo; entre las posiciones de ambos, los demás grupos políticos adoptaron actitudes más matizadas. Para los comunistas, en efecto, lo esencial era ganar la guerra, lo cual era profundamente coherente con la situación de España en aquellos momentos y les hizo ganar afiliados y simpatizantes. Pero este rápido crecimiento y el sectarismo del partido motivaron una creciente antipatía de los demás componentes del Frente Popular. En el extremo opuesto, los anarquistas creían que la sublevación había creado las condiciones objetivas para el estallido de la revolución; guerra y revolución, por tanto, debían ser dos procesos simultáneos e interpenetrados.” (p. 143)





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